martes, 12 de noviembre de 2013

EL PODER TRANSFORMADOR DEL ESPIRITU SANTO DE DIOS

Pocas criaturas pueden rivalizar con la belleza de la mariposa monarca. Sus colores naranja y negro ofrecen un espectáculo maravilloso, un deleite para los ojos. Pero la mariposa monarca no empieza así. Antes de llegar a su madurez debe pasar por una serie de transformaciones verdaderamente asombrosas. Comienza como un diminuto huevo de medio milímetro y crece dentro de él hasta alcanzar el estado de larva; entonces comienza su época como un gusano con brillantes franjas de amarillo verdoso. En esta etapa muda varias veces de piel, con el fin de continuar creciendo. Ya entonces está lista para la siguiente etapa de su vida, cuando se convierte en una crisálida o pupa. En esta etapa el gusano cuelga con la cabeza hacia abajo, usualmente de una ramita o rama, y se envuelve con un capullo protector. Así permanece entre 10 y 14 días, para experimentar entonces una nueva y sorprendente transformación. Al final de esta etapa, la envoltura que la protege se vuelve transparente y emerge una majestuosa mariposa monarca. Su metamorfosis ya está completa y la mariposa comienza una nueva vida. La nueva criatura es totalmente diferente de la que vimos al principio. A medida que madura va cambiando en muchas formas. Se transforma en algo completamente distinto. El resultado final no se parece en nada al principio. Las Escrituras nos dicen que nosotros también tenemos que pasar por una transformación —un cambio, con la ayuda de Dios— y dejar de ser el “viejo hombre”, para convertirnos en un “nuevo hombre”, el cual siendo “creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”, “se va renovando hasta el conocimiento pleno” (Colosenses 3:9-10; Efesios 4:22-24). En esta lección analizaremos este asombroso cambio, hecho posible por medio del poder transformador del Espíritu de Dios. ¿QUÉ ES EL ESPÍRITU SANTO? La historia bíblica acerca de la antigua nación de Israel nos describe un pueblo muy familiarizado con la palabra de Dios, más que cualquier otro pueblo en la historia. Sin embargo, con pocas excepciones, los israelitas no vivieron de acuerdo con las instrucciones de su Creador. Aunque Dios les dio conocimiento de sus caminos, mientras vivieron no les dio la fortaleza interna que necesitaban para controlar su naturaleza carnal de un modo constante. Sin embargo, prometió que vendría una época en la cual ese poder espiritual estaría disponible, no sólo para ellos sino también para las personas de todas las naciones, por medio del don de su santo Espíritu. La experiencia de los israelitas nos ayuda a entender que los seres humanos están incompletos sin el Espíritu de Dios. Como lo explica el apóstol Pablo: “Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino [por] el Espíritu de Dios” (1 Corintios 2:11). Y añade: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (v. 14). Sólo podemos tener este discernimiento espiritual como un don de Dios, por medio de su Espíritu. Dios ofrece su Espíritu a los que se arrepienten genuinamente y sepultan simbólicamente sus cuerpos con Cristo en la sepultura acuática del bautismo. Al cuerpo de creyentes convertidos de esta manera, Jesús les ha prometido que el Espíritu Santo los “guiará a toda la verdad” (Juan 16:13). Para comprender cómo el Espíritu de Dios puede transformarnos, debemos entender lo que es este espíritu. Debemos empezar preguntándonos qué es Dios. Jesús explicó que “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24). La palabra espíritu identifica la verdadera esencia de Dios, así como amor describe la esencia de su carácter (1 Juan 4:8, 16). Un ángel, al informarle a María que ella daría a luz a Jesús el Mesías, se refirió al Espíritu Santo como “el poder del Altísimo” (Lucas 1:35). Jesús les dijo a sus apóstoles: “. . . recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo . . .” (Hechos 1:8). Pablo explicó: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7). Pablo y otros realizaron “señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios” (Romanos 15:19). Las Escrituras nos presentan el Espíritu de Dios como manifestación de su poder divino dentro de su creación, especialmente en las personas que ha llamado y que se han convertido: los santos. Por medio del “poder del Altísimo” (Lucas 1:35) él puede darnos ciertos atributos de su naturaleza y su carácter. Estos atributos divinos, espirituales, transforman nuestra naturaleza débil hasta el punto en que somos “participantes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4). En nuestra nueva vida es necesario que escojamos positivamente y queramos caminar en obediencia, utilizando el Espíritu de Dios para vencer nuestra naturaleza débil, carnal. La frase traducida como “Espíritu Santo” lleva inherente tomado de: http://www.ucg.org/files/espanol/bsc/leccion9.pdf

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Princesa de Dios.

Buenos dias bella dama: Vamos a maquillarnos para vernos hermosas: pongamonos como base la FE, en nuestros ojos la ESPERANZA y la VERDAD en los labios, en el cabello el tinte del AMOR, el perfume del GOZO q sea nuestro olor grato y el calzado de la PAZ para caminar FELICES. Hoy vistete con el traje de SANTIDAD nos hara lucir fabulosas xq nuestro diseñador es DIOS, EL MEJOR DEL MUNDO... Por eso sal a la calle y demuestra q eres una modelo exclusiva, recuerda q ERES la hija d un rey, Él unico y Soberano Dios.